EGIPTO , MARAVILLOSO

viernes, 11 de enero de 2008

Fenicios


La costa de canaan, en el actual Líbano, estuvo habitada desde la prehistoria, y en ella se habían formado ciudades desde muy antiguo. Los primaros restos de biblos, por ejemplo, datan de 2700 a. C. pero su desarrollo conoció el mayor impulso después de las violentas migraciones de los llamados pueblos del mar, que hacia 1200 a. C. acabaron con epicentro en Grecia, y causaron una fuerte inestabilidad en el mediterráneo oriental. Los supervivientes de la gran crisis resurgieron con vigor y formaron lo que se conocerá como Fenicia, nombre griego que significa país de los hombres de púrpura, en alusión al característico tinte utilizados en sus tejidos.
Los fenicios vivían en ciudades independientes y, si bien tenían en común una serie de elementos aglutinadores, como el idioma, las costumbres, la religión y la cultura, fenicia no existía como entidad territorial y nunca constituyo un estado unificado. Las urbes fenicias a menudo estaban enfrentadas por rivalidades comerciales, y ninguna de ellas llego a imponer su hegemonía sobre las de más. Estaban situadas en penínsulas, como biblos y sidon, o bien en islas, como en el caso de Tiro. Cada una de ellas poseía un territorio en tierra firme que le permitía obtener los productos de la agricultura y la ganadería necesarios para su subsistencia. Su economía, sin embargo, se basaba sobre todo en la industria y el comercio, especialmente el marítimo.
Políticamente, estas ciudades-estado eran monarquías hereditarias. Estaban gobernadas por un rey al que asistía un consejo de ancianos, en el que se hallaban representados las grandes familias de la poderosa clase social mercantil. De hecho, se trataba de un régimen a medio camino entre la monarquía y la oligarquía, que contaba también con un nutrido cuerpo de funcionarios. A diferencia de otras culturas vecinas, los fenicios nunca tuvieron la ambición de conquistar territorios y someter a otros pueblos para aumentar el poder de los gobernantes. Por eso no se preocuparon en destacar en el terreno militar. Basaban su defensa en la ubicación de sus ciudades en lugares de difícil acceso y en la protección de sus poderosos vecinos asirios y babilónicos, prefirieron, antes que luchar, pactar y convertirse en sus tributarios.
A finales de l milenio II a. C., los fenicios disponían ya de los conocimientos técnicos suficientes y de los materiales necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias. Construían sus naves con la preciada madera de los cedros y cipreses de los bosques libaneses. Una vez ensambladas las embarcaciones, las calafateaban con betún, una extraordinaria innovación que garantizaba su impermeabilidad. Poseían dos tipos de barcos: los de guerra, a los que se le incorporaron un invento que en su momento fue revolucionario, el espolón, con el que podían embestir a las naves enemigas; y los de carga, mas anchos y lentos, pero con mayor capacidad. Aprendieron a navegar también empleando como referencia la osa menor, lo cual hacia innecesario recalar en un lugar protegido para pasar la noche. De este modo podían alejarse de las costas, navegando a mar abierto, y cubrir grandes distancias en poco tiempo. Llegaron a ser tan buenos en esto que en numerosas ocasiones otros pueblos solicitaron sus servicios.
El faraón egipcio Necao II patrocino en el siglo VII a. C. una navegación llevada a cabo por barcos fenicios alrededor del continente africano, que se prolongo por espacio de tres años. Inicialmente, los fenicios solían vender productos de lujo fabricados por sus artesanos y destinados a las elites a cambio de materias primas. Poco apoco fueron convirtiéndose en los grandes intermediarios del mediterráneo. El comercio de intermediación les resultaba verdaderamente rentable: una nave partía de una ciudad fenicia cargada de mercancías, llegaba al primer puerto, vendía sus productos y a cambio cargaba otros, pero entonces no regresaba a su ciudad de origen, sino que se dirigía a un tercer lugar donde vendía los productos del segundo, y así sucesivamente. De su propia producción, los fenicios ofertaban madera de cedro, tejidos (entre ellos los celebres de color púrpura), marfiles tallados, muebles de maderas nobles, colgantes, cuencos y jarras de oro y plata, y en general productos de artesanía de alto valor añadido. Intercambiaban la plata, el plomo y el estaño que obtenían de España, el trigo y el lino de Egipto, los caballos y mulos de Anatolia, el marfil y los esclavos de África, el aceite y los cereales de Grecia…
Pronto se vio que, dada las enormes distancias, resultaba conveniente poseer bases repartidas por la costa, y los fenicios iniciaron el establecimiento de factorías en el mediterráneo central y occidental. Las factorías, construidas por almacenes y algunas casas pobladas por pequeños grupos, eran visitadas periódicamente por las naves fenicias. Permitieron la apertura de rutas comerciales hacia el interior de las regiones en las que estaban situadas y se convirtieron en la base que coordinaba los intercambios con los habitantes de cada zona. Así, Chipre, Malta, Sicilia, Cerdeña, el sur de la península ibérica y el norte de África vieron nacer numerosos asentamientos fenicios.
A partir del siglo IX a. C. las metrópolis fenicias experimentaron un considerable crecimiento demográfico sin que se produjera un aumento paralelo de recursos agrícolas, con lo que resultaron insuficientes para cubrir sus necesidades. También tuvieron lugar una serie de crisis políticas y cambios dinásticos, y al mismo tiempo se intensifico la presión de los asirios. El resultado fue que un numeroso grupo de población se vio obligado a abandonar sus ciudades y decidió dirigirse a las colinas o factorías para establecerse en ellas de forma permanente.
En los siglos sucesivos los fenicios vivieron periodos de esplendor que se alternaron con otros de grandes dificultades, debido a la presión ejercida por Egipto, Asiria, Babilonia y Persia, antes de caer en manos de Alejandro Magno en 332 a. C. El rey macedonio tomó la ciudad de Tiro, hizo crucificar a todos los hombres y vendió a las mujeres y a los niños como esclavos. A la vista de la consideración, las demás ciudades fenicias se rindieron de inmediato. Mas tarde fenicia paso a la orbita de roma, que incorporaría su territorio a la provincia de Siria.
Mientras tanto, una de las colonias del norte de África, Cartago, que había sido poblada por colonos de Tiro, se había convertido en el centro de poder de la presencia fenicia en el mediterráneo central y occidental. Llego a ser una gran potencia, que se disputó la isla de Sicilia con los griegos y se enfrento, en las guerras púnicas, a aquella roma que terminaría por aniquilarla.

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