
LA LITERATURA ARTÚRICA EN ESPAÑA. Los libros artúricos fueron leídos o escuchados en toda Europa occidental durante los siglos que cierran la Edad Media; fueron traducidos, abreviados y combinados unos con otros. La primera referencia a nuestra leyenda data de finales del siglo XII y ya en el siglo XIV los poetas suponían familiarizado a su público con los libros de aventuras. No fue precisamente la península un foco de innovación en cuanto a estos relatos, si prescindimos de la creación de una obra neo-artúrica de mérito artístico y fuerte influencia el Amadís de Gaula; por lo que al ciclo artúrico en sí mismo se refiere, literatos y público hispánico se contentaban con aceptar los libros franceses con pocas alteraciones. La forma en la que tales narraciones llegaron aquí no pertenece al ciclo de la Vulgata, sino al de la Postvulgata por algún tiempo atribuido a Boron y que hoy es conocido con la designación de Roman du Graal. Este libro sigue a la Vulgata en muchos elementos, aunque difiere radicalmente en otros. Al perderse el original francés es difícil llegar a conocer si las diferencias entre la Vulgata y los textos hispánicos se hallaban ya presentes en la Postvulgata o si representan innovaciones hispánicas; parece claro, con todo, que este último ciclo omitieron la rama del Lancelot presente en la Vulgata, desplazando así el amor de Lanzarote y de Ginebra del centro de la acción y atribuyendo a la mala suerte la caída del reino de Logres, lo que se asocia con el inconsciente pecado de incesto por parte del rey Arturo. Se ha perdido la versión hispánica originaria del ciclo de la Postvulgata, y desconocemos el lenguaje en que fuera realizada, aunque dio origen a textos y fragmentos que se conservan en castellano y portugués. Dicha versión hispánica consta de tres ramas que contienen la primitiva historia del Graal. Se conservan además dos fragmentos del Tristán del siglo XIV (uno de ellos castellano y otro galaico-portugués), el Tristán de Leonís , impreso por primera vez en 1501, que constituye una traducción de la leyenda de Tristán e Isolda, y el aragonés cuento de Tristán de Leonís que representa otra traducción. Parece derivar ambas de la misma fuente, que fuese quizá un texto no francés, sino italiano. La edición de 1501 se encuentra en cierta medida bajo el influjo del libro de aventuras sentimentales que por entonces se encontraban de moda; sus rasgos esenciales permanecen intactos, sin embargo. Sobreviven manuscritos de los libros españoles de Tristán y Lanzarote desde mediados del siglo XIV, pero no se trata probablemente de originales y es muy posible que estos libros daten de comienzos del siglo. Lo mismo puede afirmarse de la traducción del ciclo de la Postvulgata de Juan Vivas (¿?): sabemos que se copió un manuscrito portugués, hoy perdido, en 1313. Así pues, los libros artúricos hispánicos pertenecen, al parecer, a un periodo de muy a comienzos del siglo XIV, y puede que sean anteriores todavía.
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